Recta final para la nueva Ley de Memoria mientras la derecha agita a las víctimas de ETA

Recta final para la nueva Ley de Memoria mientras la derecha agita a las víctimas de ETA

Este Gobierno está siempre con todas las víctimas, con todas, arropándolas y ayudándolas, y no tratando de utilizarlas», dice el ministro de Presidencia, Félix Bolaños

La Ley de Memoria Democrática ha pasado su última cocción parlamentaria en el Congreso antes de que, este mismo jueves, sea votada. Y en las últimas intervenciones de los grupos parlamentarios sobre el proyecto ha quedado constatada una utilidad lateral que tiene la presencia de Bildu entre sus apoyos: permite a la oposición de derechas hablar de ETA y sus crímenes, en vez de hablar de los desaparecidos y los cautivos del franquismo. 

Mientras el Gobierno y la mayoría de la izquierda parlamentaria lanzaba sus últimos argumentos en defensa del articulado, Partido Popular y Ciudadanos agitaban el recuerdo de ETA, intensificando los populares la movilización de las víctimas del terrorismo que se organizan en su órbita. Tanto, que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se ha visto obligado a salir al paso y recordar desde el atril: «Este Gobierno está siempre con todas las víctimas, con todas, arropándolas y ayudándolas, y no tratando de utilizarlas».

Ha sostenido el ministro Bolaños que «esta ley hace a España más humanitaria», y ha enfatizado: «La ley de Memoria dice lo que dice, y no dice lo que algunos dicen que dice».

Reunión con víctimas

Mientras la nueva Ley de Memoria entraba en el carril final de su tramitación en la Cámara Baja, el Partido Popular consolidaba su recurso a las víctimas del terrorismo como nuevo parapeto contra el proyecto. Fue al tiempo que comenzaba el debate acerca del dictamen sobre el articulado. Sin dejar entrar a la prensa, el PP convocaba a 19 asociaciones de víctimas del terrorismo -la mayoría ramas regionales de una sola, la AVT- y las metía en una sala de la Cámara para “reivindicar el espíritu de Ermua“, dice una nota que ha distribuido el partido, que no oculta, sino relata, que han hecho coincidir este acto con la celebración del debate sobre la ley de Memoria. 

Fuera, en el patio del Congreso, protestaba el exlendakari socialista Patxi López: “El PP las manipula. ¿Qué tiene que ver la Ley de Memoria con las víctimas de ETA? ¡Tiene que ver con la Guerra Civil y la dictadura, punto!”. López recordaba que “el impulso del PSOE” dio a luz a Ley de Víctimas del Terrorismo y al Centro Memorial de Víctimas, que desde junio de 2021 esparce su dolorida didáctica desde Vitoria.

Dentro, en el hemiciclo, el grupo popular encargó la explicación y defensa de su oposición frontal a la ley, a Jaime Mateu Isturiz, hijo y sobrino de asesinados por ETA, que ha recordado ese trágico rasgo biográfico al comienzo de su intervención.

Ha dicho Istúriz que “esta ley será llamada ley Bildu o ley de la memoria totalitaria”. Solo la admisión de una enmienda propuesta por Bildu -la que extiende el periodo de revisión hasta 1983- “es suficiente para rechazarla”. O sea, “no se puede permitir que los testaferros del terrorismo escriban la historia de sus víctimas”, ha argumentado.

Istúriz ha terminado advirtiendo: “Como esta ley provoca profunda repugnancia, cuando llegue a la presidencia don Alberto Núñez Feijóo por supuesto la derogaremos, y con gran alborozo”. 

Apoyo con peros

El apoyo final de Esquerra Republicana hace posible la promulgación de la ley, pero los republicanos han dedicado buena parte de su tiempo de intervención a señalar su ausencia de entusiasmo por las carencias que detecta en el articulado.

Recordando a Salvador Puig Antich, su ejecución a garrote y algunas de sus palabras finales, la diputada Carolina Telechea avisaba de que «el día que se haga justicia de verdad, la ley tendrá el sello de calidad de Esquerra Republicana».

A este proceso final asistían desde la tribuna del Congreso figuras del movimiento memorialista como el abogado Eduardo Ranz, el dirigente comunista Víctor Díaz Cardiel, encarcelado por el franquismo, o Nelia Camacho, hija del sindicalista Marcelino Camacho, a quien, siendo niña, visitaba en la cárcel de la dictadura.

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Desde sus asientos han oído al diputado sevillano de Vox Francisco José Contreras reivindicar los fastos que organizó el franquismo en 1964 para celebrar «veinticinco años de paz y prosperidad», y el recinto funerario del valle de Cuelgamuros como «monumento al hermanamiento de los caídos de ambos bandos».

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